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martes, 28 de agosto de 2007

Disco: No Love (2007)


Grupo: Turbopótamos (Perú)

Cuando un amigo me dijo que los Turbopótamos habían sacado un nuevo disco, yo le respondí, citando a Guajaja, esa estrella venida a menos del pop afroperuano, “a mí que chu”. Hasta ese entonces, había escuchado la primera producción del dichoso grupo, y me había parecido que su pequeña fama era más el producto de los medios que del preciado talento musical. Sin embargo, después me tragaría mis propias palabras (o las palabras de Guajaja, en realidad), pues, luego de escuchar el No Love, caí en la cuenta que los Turbopótamos son dignos de mención.

“¿Pero qué tiene de bueno?”, dice la mujer picona cuando habla del enamorado de su amiga. Yo hago la misma pregunta, pero refiriéndome al No Love. Primero, si uno escucha el disco como telón de fondo de sus actividades, descubrirá que está frente a un álbum con un sonido lúdico, que hace recordar el felling del adolescente entusiasmado por descubrir su entorno. Segundo, sin lugar a dudas, el No Love está constituido por buenas canciones. Unas son mejores que otras, pero algunas podrían ser calificadas, en términos futbolísticos, como goles de media cancha.

Paso a comentar los acercamientos al arco rival.

El No Love arranca medianamente bien con No me meto. En esta pieza, un bajo que brinca como un pony juguetón acompaña una letra que trata del terrible desamor. Hay unos coros muy pegajosos que se alargan hasta un primer final, que da paso a una fuga sencilla pero efectiva. En La Fiesta, de aire melancólico, una voz se queja de haber organizado una reunión en la cual no se acercó a la amada. “Me quiero ir/ me quiero oír”, dice la mencionada voz, en un juego de palabras en el que, veladamente, habla de su vocación musical. Elisabel, con aplausos de acompañamiento y guitarras estridentes, hace referencia a una historia de fidelidades. Se puede distinguir el sonido de órgano, que ejecuta notas muy sencillas, pero que dan al entramado sonoro una ambientación certera.

Y, a partir de aquí, vienen los goles.

En la pieza que le da título al álbum, No Love, de contenido explícitamente amoroso, la melodía cadenciosa de un piano y una guitarra, dan una envoltura solvente y amable al devenir musical. “No love before”, dice la letra, con tono de arrastrado sin remedio. El final, con un esquema ya practicado en otras piezas del disco, cierra la tristeza del cantante con un sello de añoranza. El Tiburón es rápido y violento como el depredador al que hace referencia. “Algo está pasando/algo está faltándonos”, grita la voz del principio, abriendo la canción a su posterior dureza. En El Ratón Matón, junto con sonidos lánguidos, se sueltan frases de equívoco contenido filosófico: “ser o no ser/igual me voy a joder”. Pese a ello, un bajo lúdico, seguido por una voz de las mismas características, generan un conjunto sonoro soberbio. Y, para cerrar el producto, Regresa Gordita da señales de cierto carácter epicúreo y místico de la agrupación. Se escucha lo siguiente: “estoy contento con esta canción/experimento satisfacción”. Y se agrega: “voy comprendiendo la esencia de Dios/voy comprendiendo el incienso/ese olor”. Sin duda alguna, los Turbopótamos se muestran como jóvenes con espíritu y paltas adolescentes. ¡Bien por ellos!

Resultado del encuentro: Goleada. Ganador: Turbopótamos.

Ahora bien, ¿volveré a mencionar a Guajaja cuando me hablen de los Turbopótamos? No lo creo. En todo caso, desde este momento, cuando critiquen negativamente el No Love, diré, estando muy seguro de mi opinión: “a mí que chu”.
Julio Meza Díaz

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