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domingo, 16 de noviembre de 2008

Disco: Cuentos Chinos para niños del Japón (2007)

Grupo: Love of Lesbian (España)

En la actualidad, en la lejana madre patria, hay una movida pop muy interesante. Con sonidos delicados y armoniosos, algunos grupos le están insuflando un nuevo espíritu a su tradicional música popular. Sin embargo, en esta parte del mundo -latinoamérica-, se desconoce casi por completo lo que sucede en España. En las radios o programas de televisión, sólo se da espacio a proyectos demasiado comerciales (por ejemplo, la Oreja de Van Gogh) y hasta estúpidos (ahí tienes, querido lector / oyente, a Alejadro Sanz o Enrique Iglesias). Al otro lado del charco, hay creadores tan interesantes que, me parece, deberían obtener una mayor difusión por estos lares. Acá, se les llega a conocer únicamente por contactos personales o, de manera más amplia, por los excelentes blogs de propaganda y crítica (toma nota del siguiente: misterpollo.blogspot.com). En esta ocasión, pues, hablaré de uno de los protagonistas de esta nueva generación de talentos: Love of Lesbian.

Aunque comenzaron cantando en inglés, este puñado de barceloneses ha sacado a la luz un par de discos en español que conforman lo último de su excelente carrera artística. Un buen melómano como tú, estimadísimo lector / oyente, debe tener entre sus archivos las siguientes joyas: Maniobras de Escapismo (2005) y Cuentos Chinos para niños del Japón (2007). Para mí, este último trabajo es de una calidad estética tan notable que, desde su primera apreciación, conmueve de modo rotundo y genera una necesidad adictiva a su sonido. Las canciones de Cuentos Chinos para niños del Japón no son simples estructuras de melodías ligeras y tiernas. El estilo que impera entre estos tracks va más allá de la mera realización de un producto agradable para el oído corriente. En estas logradas piezas, se puede detectar el oficio cuidadoso de unos creadores que dominan la materia sonora. Gracias a esta capacidad, según sus deseos y aspiraciones, obtienen formas musicales ingeniosas, de tonos que van de lo festivo a lo melancólico y de una carga expresiva que sorprende por su transparencia y, a la vez, complejidad.

Cuentos Chinos para niños del Japón arranca con una pieza que posee una suavidad que hipnotiza y atrae. Esta es Universos infinitos que, con una guitarra acústica y otros artificios, brinda la entrada correcta para lo que será la atmósfera general de la producción: un espacio sónico de alegre melancolía. La lírica suelta: “Ahora dicen que hay muchos más universos / infinitos como el nuestro / dime si no es para volverse loco / ¿no te sientes más pequeño?”. Quizás esta sea una forma de referirse a su propio universo creativo. Un guiño intertextual de apertura del conjunto. Noches reversibles sigue con la misma lógica. Un fondo suave, sin muchas pretensiones, pero que seduce con efectividad. Es como cada uno de los giros casi imperceptibles de un trampolín vertiginoso que conduce al placer de los oídos. La voz canta: “Si pudiera transformar nuestras noches en ciclos sin final / podría ser tan fácil, sería espectacular si fueran reversibles aquellas noches de incendio”. Se hace mención, pues, a la imposibilidad de volver al pasado. Inmediatamente después, el disco tiene una transformación interesante, pero que no destruye la lógica general. Con Villancico para mi cuñado Fernando, Love of Lesbian opta por darle un ligero cambio a su estilo: acelera sus cuerdas, hace malabares verbales y torna lúdico su sonido. Dice la voz en los coros: “Te acabas de buscar la ruina / y ahora yo empiezo a reaccionar / mis brazos se mueven como aspas de ventilador / me da igual que sea navidad / con hilo dental pienso hacerte la circuncisión”. La violencia se impone en una relación familiar quebrada por desavenencias. En “Me amo”, que constituye un alegato feliz sobre la autoestima más desmesurada, se aprecia con claridad los chispazos virtuosos y juguetones que marcan esta parte de Cuentos Chinos para niños del Japón. La lírica detalla: “Soy un ser divino / ven a adorarme / qué buena suerte / amarme tanto”. Evidente auto aprecio, ¿no? Y, por último, comentaré la canción que me ha subyugado: Shiwa. Aunque no comparte el sonido del resto del conjunto, es tan encantadora que, empujado por su mensaje pacifista, estuve a punto de cambiarme de religión y flotar por las aguas mansas de las doctrinas sencillas pero iluminadas. Esto no lo digo nunca, querido lector / oyente, de modo que presta atención: quizás Shiwa, gracias a su redonda belleza, pueda cambiarte la vida definitivamente.

Y bueno, ¿se llegarán a popularizar discos tan contundentes como Cuentos Chinos para niños del Japón? ¿Tendremos que seguir escuchando en las radios bodrios españoles semejantes a David Bisbal? ¿Nuestras quinceañeras latinoamericanas y demás féminas de dudoso criterio continuarán pensando que Alejandro Sanz es un gran letrista y se yergue como el non plus ultra de la composición en la península ibérica? ¿Alguien reconocerá que el pop de la madre patria no murió con Mecano o con los trabajos ochenteros de Miguel Bosé? ¿Quién nos podrá salvar del terrible destino que le esperan a nuestras oídos? ¿Colgarán a los DJS de marras que se rigen por el gusto (o estupidez) de las mayorías? ¿Maldita sea, vendrá el Chapulín Colorado y asesinará a los dueños de las enormes disqueras idiotas?... Sólo hay algo cierto, finalmente: el mundo de los sonidos gratos no se limita a las obras de un puñado de autores archiconocidos y archibabosos; después del horizonte del dial, hay más, mucho más. Querido lector / oyente, libérate, y ve tras ese infinito de placer.
Julio Meza Díaz


Youtube y sus virtudes:






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