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domingo, 9 de septiembre de 2007

Disco: Bailando En El Muladar (2007)


Grupo: Cementerio Club (Perú)

Si alguien me apuntara con una pistola y me pidiera, con violencia alterada, que defina en una sola palabra este último disco de Cementerio Club, diría: “Beatles”. Les aseguro que, por la certeza de mi respuesta, salvaría la vida.

Bailando en el muladar, la cuarta pieza de estudio de Cementerio Club, tiene una explícita influencia beatlesca. Para los entendidos, esto no es nuevo. Desde un principio, tanto Arbulú como Solano, las cabezas descollantes del grupo, han declarado su amor intenso e inacabable por el cuarteto de Liverpool. Pero en esta ocasión, sus corazones enloquecieron y, dicha pérdida de tornillo, que, por cierto, suele ocurrir en los enamorados enceguecidos, se reflejó en los coros melódicos, en los punteos harrisonianos y en el bajo mccartniano. Y podría seguir endilgando adjetivos beatlescos para calificar los detalles musicales de Bailando en el muladar, pero temo que la Real Academia o un purista del léxico me sancione con un certero puñete en la lengua.

Para evitar lo obvio (es decir, proceder a comentar algunas de las canciones), dejaré que tú, querido lector/oyente, descubras una a una estas inolvidables joyas que componen Bailando en el muladar. No obstante, haré una advertencia: no te dejes llevar por la primera canción, Ya no me pones. Obviamente, es una concesión hecha a favor de las radios limeñas. Con una letra que no solo linda, sino que cae en el profundo hoyo de lo estúpido (dice así: “tú ya no me pones/aunque te desnudes”), desluce el conjunto y hace pensar que el resto del disco es de una carga verbal tan inteligente como las líricas embrutecedoras de Maná o los monólogos iluminados de un chimpancé alcoholizado. Otro dato: no eviten el track 11, Verte Madrugar. A diferencia de Ya no me pones, la señalo como la cúspide del disco y, quizás, de toda la carrera musical de Cementerio Club. De una carga poética sencilla pero contundente, tiene momentos de una intensidad descarrilada y tierna semejantes al primer beso de una niña o al primer homicidio de un criminal. Solo te diré algo más: no te la pierdas.

Y bueno, de seguro habrá algún disidente que pregunte: ¿pero de la mera influencia de los Beatles no han pasado a la copia descarada? Por supuesto que es una interrogante válida. Pero la música actual, como cualquier arte, se fundamenta en sus precedentes. Como la gran mayoría de mis lectores saben, el genio no se encuentra en el acto del simple calco, sino en ordenar los elementos heredados y darle una nueva y brillante forma. Y eso es, exactamente, lo que ha hecho este buen grupo de rock peruano.

Espero que nunca acaben en el cementerio de nuestra memoria, es decir, en nuestro triste olvido, sino que se anclen en el club de nuestros mejores recuerdos, señores de Cementerio Club.

Julio Meza Díaz

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