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domingo, 28 de octubre de 2007

Disco: Hágalo usted mismo (2006)


Grupo: Los Tres (Chile)

En Chile, en la década del 90, hubo dos bandas que, entre muchas otras, descollaron en el ambiente rockero: Lucybell y Los Tres. Esta última agrupación, con letras agudas y sonido en su mayor parte de componente acústico, tuvo como su cúspide creativa su presentación en el MTV Unplugged (1995) y en la producción de su disco Fome (1997). Luego de problemas intestinos, que tuvieron un corte sentimental muy cercano al culebrón, Los Tres decidieron darse un respiro y, con un disco en vivo, Freno de mano (2000), se retiraron a sus cuarteles de invierno. Los años pasaron y, cuando nadie sospechaba que la mencionada banda resucitaría de sus cenizas cual ave Fénix, Los Tres volvieron al redil musical con Hágalo usted mismo (2006), un disco de diez canciones que quizás entusiasma a sus incondicionales, pero que, para un simple escucha como yo, no es más que un bajón en su irregular carrera musical.

Con el estilo que definieron en su tercer disco, La espada y la pared (1995), Los tres comienzan Hágalo usted mismo con No es cierto. Un bajo sin complicaciones se conecta con una batería liviana, y la voz canta sin mucho brillo. Se escucha, por ejemplo, lo que sigue: Para ser un valiente / hay que llegar al final / soldado / en tu uniforme hay arrugas que planchar. El referente al pasado militar chileno es un tópico al que vuelven en otra pieza, Bestia, en donde el discurso de la banda es más explícito: Bestia / no vuelvas a mirar / la vida como a un juguete más / tuviste la tuya / deja la mía en paz. En esta pieza, que está dedicada probablemente al ex dictador Agusto Pinochet (quien, por cierto, ojalá esté hirviendo en el infierno), Los Tres dejan en claro que la música puede optar por una trinchera y que, algunas veces, no sólo es mero placer estético. En Agua bendita, con guitarras que remiten a la música tradicional chilena, se tocan los dilemas amorosos de un individuo que ha sido arrastrado por los vericuetos de la pasión. En Hágalo usted mismo, el tema que le da título al disco, Los tres narran una historia de connotaciones extravagantes. Se describe a Dios como un ente poseedor de una ironía macabra. El cantante dice: Un día / en un pueblo polvoriento / Dios se apareció… Yo iba con mi caballo… Escúchame, señor / tengo a una mujer / que ya no quiero ver / que la parta un rayo / que la parta un tren / Y me dijo / hágala usted mismo / y ya verá. Y bueno, temiendo generar animadversión entre los mapuches, tengo el deber de afirmar que esas son las canciones más destacadas del álbum. Para mi pesar (y lo que diré a continuación será sincero, y fundado en un juicio crítico), el resto es previsible, tanto musical como líricamente. En verdad, esta conclusión es muy penosa; sobre todo porque califica a una banda que, en el pasado, sorprendió con su virtuosismo musical.

Habrá que darle tiempo, pues, a Los Tres. Aún no han perdido sus armas, y la juventud les sonríe; eso significa que, quién sabe, en un futuro lejano o, a lo mejor, cercano, nos regalen una muestra destacada del talento que, sin ninguna duda, poseen en abundancia. Como dicen las ancianas, “ya vendrán tiempos mejores”. Muchachos de Los Tres, esperen a que esos tiempos lleguen.
Julio Meza Díaz

You Tube para ti:





sábado, 27 de octubre de 2007

Disco: Sino (2007)


Grupo: Café Tacvba (México)

Hay algo que tienen que saber los desinformados: Café Tacvba no se reduce a las canciones La Ingrata y Eres, pues está muy lejos de ser un grupo de unos cuantos hits tontos. Sin ninguna duda, Café Tacvba es una de las más importantes bandas de rock latinoamericano y, como si esto fuera poco, es uno de los experimentos sonoros más inteligentes de la música contemporánea. Si usted, querido lector / oyente, duda de mi afirmación, pues le invito a escuchar el Re, esa cúspide del mestizaje musical, que contiene alrededor de una decena de audacias estéticas. También puede llenarse los oídos con el Revés/Yo soy, que es una búsqueda electrónica de vanguardia y un claro triunfo de la creativa que domina las formas melódicas.

Pero si usted, estimado lector / oyente, quiere algo reciente de Café Tacvba, algo último que lo sorprenda y vitalice, pues le sugiero que, para que amplíe su conocimiento musical, ponga en su cd player el Sino, la más reciente producción del mencionado grupo mexicano.

Ya lejos de sus magníficas mezclas sonoras, donde la tradición popular mexicana se aliaba con los sonidos actuales del rock, Café Tacvba ha emprendido la creación de su nuevo estilo, que es algo cercano a lo que se encuentra entre los británicos, pero que mantiene un sello propio, una característica original e independiente, como la tienen las bandas con talento mayúsculo.

Con un fondo musical tenue, el disco arranca con Seguir siendo, que es impulsada por una voz susurrante que dice: Soy el que nunca mira / soy el que nunca escucha / siempre estoy detrás de lo que ves. Como puede apreciar, estimado lector / oyente, la lírica crea un personaje difuso, distanciado de lo humano, pero que también percibe la realidad a través de unos sentidos ansiosos. La siguiente pieza, Tengo todo, que es una continuación de la anterior, dibuja al ente descrito de forma cabal, mientras se expanden las guitarras con su sonido acerado. Se escucha lo que sigue: Si busco en el todo / encuentro el sino / liberar y disolver / y yo en el vacío. Hallar el sentido en el absoluto. Quizás esa sea la lógica que trata de graficar la canción. Otra pieza destacable es Volver a comenzar. Me parece que, por el ritmo que marca la batería, podría ser un hit bailable en las pocas discotecas de corte rockero que aún sobreviven. Cierto o falso y De acuerdo muestran una fuerza guitarrera que sorprende, pues su rapidez, acompañada con unos bajos certeros y unas baquetas que le dan duro a los tambores, le imprime a las canciones un sobresaliente corte musical. Con una melodía tierna, Y es que… habla tal vez del despliegue de Café Tacvba en la década de los 90, la década que los mostró al mundo. Dice la voz: Desde un remoto lugar / desde otra generación / una forma de pensar / fuimos tan sólo una opción. Nada más humano (pues somos el homo sapiens sapiens -el hombre que sabe que sabe-) que reflexionar sobre la propia existencia y dar a conocer las conclusiones de esos pensamientos. Más adelante, encontramos la joya del disco: Quiero ver. Con una letra romántica que trata de conquistar dulcemente a la amada, los Café Tacvba trazan con sencillez una pintura sonora de una ternura incalculable. Se escucha: Quiero ver / tu risa todo el día / escuchar / la melodía de tu voz / quisiera ser el brillo de tus ojos / el peine que desnuda tu esplendor / la esquina que te ve cuando caminas. Le recomiendo, amable lector / oyente, que, si usted pertenece al género masculino, le envíe esta canción a su preferida, y, si, por el contrario, usted suma el conjunto de las féminas, le propongo gozar de dicha pieza acompañada de su correspondiente pareja. La última canción del disco, Gracias, es una triste ironía que describe un mundo ideal que, lamentablemente, existe sólo en los sueños. En los minutos finales, la intrepidez de los instrumentos usados en la producción produce una fuga que linda con la libertad del rock progresivo o el jazz más desembozado.

Apreciado lector / oyente, queda claro, pues, que Café Tacvba es una banda más grande que sus singles momentáneos. Café Tacvba es la expresión del triunfo de la insistencia y el genio tras un único objetivo: hacer cosas bellas.

Julio Meza Díaz

You Tube y su tubo de éxitos para ti:




jueves, 18 de octubre de 2007

Disco: La Lengua Popular (2007)


Solista: Andrés Calamaro (Argentina)

Si los brasileros aseguran que son los más grandes del mundo, los argentinos, sin temor a pecar de egocéntricos, a veces no dudan en afirmar que son los mejores del universo.

¿Hay alguna forma de comprobar esta afirmación? Pues una salida es oyendo a sus rockeros. Con ellos, si convocáramos solo a los más conocidos de la música última, podríamos formar un equipo de fútbol lleno de megaestrellas. Piensa, querido lector / oyente, en la delantera. De titulares se tendría a la dupla imbatible, a la batería goleadora y con poderes de destrucción masivos, Charly García – Luis Alberto Spinetta. ¿Cuál sería la banca de estos genios? Me parece que Gustavo Cerati y Andrés Calamaro. Esto que he dicho es polémico. Lo sé. Pero ahora, en este recreo de la imaginación, soy el director técnico, y por eso decido sobre las convocatorias y los jugadores fijos y suplentes. ¡Nadie, ni siquiera el más encumbrado, puede rebatir mi voz! (qué fascista me salió esa frase, ¿no?). Y bueno, ¿a qué se debe esta presentación? Pues para hablarte de uno de los jugadores de reemplazo, que no por ello carece de talento, como buen argentino que es. Y, como lo sospechas, me refiero al buen Andrés Calamaro.

Andrés, hace unas semanas, ha lanzado su más reciente trabajo, que titula La Lengua Popular. ¿Sorpresas? Ninguna, pero quizás eso sea lo mejor, ya que, después de hacer mega producciones (no olvidemos el Honestidad Brutal -dos discos- y El Salmón -cinco discos-), después de pasar por el género tanguero (Tinta Roja), después de hacer covers de clásicos latinoamericanos (El Cantante), después de un penúltimo buen álbum (El Palacio De Las Flores); Calamaro, con su característica voz opaca, con su aura de bohemio consumado y consumido, empuñando su guitarra afinada muy a lo Bob Dylan, vuelve a darle en el gusto a su siempre fiel hinchada con doce canciones, todas entrañables y llenas de un sentimiento muy gauchesco, y rebosantes hasta soltar espuma de lo argentino, su pampa y su bife suculento.

Andrés, quien fue el chiquillo de los Abuelos de la Nada, y el joven maduro en Los Rodríguez, arranca su nuevo disco con un puntapié sonoro en los oídos: Los Chicos. En ese tema, se habla de la muerte. Sí, lo leen bien, ¡de la muerte! ¿Acaso, Calamaro, sientes la cercanía del final? ¿El temor ante la duda que despierta el más allá? Luego, dos piezas después, suena: Soy Tuyo. ¡Esta canción será un hit! Con una guitarra liviana, la voz dice: me gusta desarmarme arriba tuyo / me gusta demasiado ensuciarte / besar tu flor inmediata / besarte atrás y adelante. ¡Esta es una lírica sin tabúes!... De ahí, canciones más abajo, una de las persecuciones artísticas de Andrés: una pieza con aires de chicha (así le dicen acá, en el Perú) o de bailanta (según se llama en Argentina). Esta canción es La espuma de las orillas... ¿Y la tristeza? Pues también tiene un espacio. Escucha, por ejemplo, mi estimado lector / oyente, Cada una de tus cosas: Mirando el río / una rumbita te escribí / mientras te esperaba / con el pechito inquieto y alegre / y un andar de no ser de acá. Me imagino a un argentino entonando esas letras, mientras mira el Rímac, el río hablador, allá por el centro de Lima, inundado por el smog, tratando de componer unos versos, y esperando a una, como decimos nosotros, flaquita, o una, como dicen los argentinos, mina. ¡Ah, la tristeza!… Pero para vencerla está la subsiguiente canción: La mitad del amor, en la que se dice: Voy a tomar / unos apuntes / voy a tomar para olvidar. Claro que, se supone, aquí se habla del amor, pero la interpretación es un ejercicio que, en extremo, nos puede hacer leer la Biblia como si fuera el diario de un cómico cínico. Por eso, para mí esta pieza habla del olvido, del muy sano olvido… Por último, está una canción que me desconcierta: Mi cobain (superjoint). ¡Qué tiene que ver el pelucón rubio del país gringo con el pelucón moreno Calamaro! Lo bueno es que para hablar del suicida Cobain, Andreito no se despega de su estilo, pues hubiera sido horrible escuchar grunge en un álbum tan redondo y destacable.

Y esta es mi crítica, estimado lector / oyente. ¿Queda claro que los argentinos a veces son los mejores del universo? ¿Todavía hay dudas? Pues les doy un argumento irrebatible; será un argumento musical… Sigue estas instrucciones: pon La Lengua Popular en tu cd player, presiona play y… ¡ahí tienen mi argumento! ¡Son los mejores! ¡No hay duda alguna! ¡Che!

Julio Meza Díaz.

You Tube y sus gracias: