Páginas

viernes, 25 de enero de 2008

Disco: Vuelves en tu ley (2005)


Grupo: Jas (Perú)

Perú. Finales de los 80. En el campo, el terrorismo, encabezado por los asesinos de Sendero Luminoso, estaba en su auge sangriento. En represalia equivocada, nuestro ejército, enceguecido por la enfermedad de la violencia, se manchaba las manos con sangre de gente inocente. En las ciudades, el gobierno de Alan García demostraba que, cuando hay un mal manejo económico y corrupción enquistada en el aparato estatal, toda buena voluntad (así sea verdadera o fingida) termina hundiéndose en las profundidades de un desagüe maloliente. En medio de este panorama, Leusemia, una de las bandas subterráneas más importantes del Perú, demostraba que se puede hacer rock inteligente y desaforado sin recibir mayor apoyo que el que dicta la buena voluntad y los magros recursos. Por su lado, con el apoyo de las radios populares de por medio, Arena Hash, cuarteto comercial y con ligeros trazos de talento, dictaba cátedra sobre la manera de vender un producto musical a las masas necesitadas de distracción y momentos divertidos. Ubicados entre ambas agrupaciones, entre la creatividad musical de los subterráneos y la masificación de los comerciales, nació Jas, el grupo que, liderado aquel entonces por Sergio Cava (hoy, Fiorella Cava), sorprendió a Tirios y Troyanos, y se impuso con la fuerza de su música burbujeante y su líricas lúbricas.

Mueres en tu ley (1988) fue el primer disco de Jas y, a mi entender, el mejor que grabó dicha agrupación. Casi dos décadas después, Fiorella Cava se reunió con algunos de sus ex compañeros de banda, y re editó la mencionada producción, le añadió nuevas piezas, y la tituló, de manera muy certera, Vuelves en tu ley (2005). Yo, que tuve casi en mis manos el Mueres en tu ley (mi hermano mayor poseyó por unas semanas el casete allá por la década del 80), me veo obligado a ceñir mi crítica a lo mostrado en la re edición, pues mis comentarios se limitan a trabajos presentadas en los últimos años. Comencemos, pues, a analizar el disco en cuestión.

Demostrando que no han perdido el talento, Fiorella y compañía abren el álbum con Intensa Soledad, canción compuesta el 2004. Con la melancolía de los Voz Propia (quizás debido a la presencia de uno de sus ex integrantes: Boui), la voz se desespera señalando su trance espiritual. Dice: Intensa soledad / intensa de verdad. A continuación, se escuchan las canciones masterizadas del Mueres en tu ley, de entre las cuales, para los oídos menos acuciosos, destacarán Personalidad, Ya no quiero más Ska y Hubo en el mundo, que fueron hits radiales en la década del 80 y que, pese al transcurrir del tiempo, aún siguen sonando en las radios especializadas en el rock en español. Además de las piezas archiconocidas, con clara influencia de Soda Stereo (¿dígame, querido lector / oyente, en los 80, qué banda no tenía toques del trío argentino de marras?), influencia que, por cierto, se notaba tanto sonora como líricamente, se encuentran en el disco piezas emblemáticas como Nos vamos a divertir, en la cual, en medio de una atmósfera sinuosa, el cantante dice: “la diversión / fundamenta mi existir”. Con aires latinos (se debe señalar el coro agazapado y la trompeta aguda), en De vez en cuando, se repite: “A veces pienso / que hay que hacer el amor / sin mirar a quién”. Más adelante, en Secuestro mental, acompañado de un escenario sonoro relajado y elegante, la voz grita a los cuatro vientos que esta harto de su doble moral. Dice: “Estoy cansado de serte fiel / me tienes atrapado / me tienes anulado”.

Sin ninguna duda, las canciones que he mencionado son, para mi juicio, logros musicales de alto nivel. No obstante, hay en el disco dos joyas que, además de destacar frente al resto, me emocionan hasta el paroxismo: Piloto Adolescente y Me voy de aquí. La primera, con un órgano de trazos infantiles, un bajo lúdico y una voz rebeldona, tiene una lírica de transparente contenido adolescente. Dice la voz: “Sueña a través de las fronteras / es una forma de escapar / es una forma de volar”. Por otro lado, con tono irónico y del bajo lumpen, y con sonidos de sabroso tropicalismo, Me voy de aquí cuenta la única historia que se halla en el disco. Un joven es llevado a la comisaría por no tener documentos, y pasa allí la noche. El final, aunque previsible, no deja de robar una sonrisa al oyente, y pone en claro el talento de Jas para componer líricas ingeniosas.

Y bueno, qué importa si Sergio ahora es Fiorella, qué importa que hayan pasado tantos años. (Qué bueno, sin embargo, que la realidad nacional sea otra). Lo que importa es que, cuando se hace buen arte en cualquiera de sus formas, siempre se deja una huella que, aunque sea chica o grande, no se borra nunca.
Julio Meza Díaz

Algunas canciones gracias al You Tube:





jueves, 17 de enero de 2008

Disco: Dos Pájaros De Un Tiro (2007)


Dúo: Serrat y Sabina (España)

Es tal el aura bohemia de Serrat y Sabina que la primera vez que escuché Dos Pájaros De Un Tiro una fuerza invisible pero poderosa, que me hizo pensar que sufría de algún mal psiquiátrico, me empujó a vaciarme una botella de pisco peruano con la angustia de un sediento alcohólico anónimo. Ahora, sin embargo, que tengo la misma producción musical en mi cd player encendido, y mantengo las ansias controladas, sólo estoy brindando recatadamente con pequeños sorbitos de un vino semiseco que he robado del depósito de licores de mi padre. Pero bueno, iré a lo mío: ¿qué pienso de este trabajo sonoro? Pues que pudo ser mucho, tanto como el infinito número de estrellas que hay en los cielos, pero que únicamente consiguió algo mesurado, algo humanamente contable: un éxito que demuestra que el talento siempre brilla, como cuando, entre el carbón, destaca la luz blanquecina del diamante.

Comencemos.

Cuando supe de la existencia de Dos Pájaros De Un Tiro, concluí que era un buen proyecto musical, pues lo imaginé compuesto de tres elementos: a) la fuerza natural que dan las versiones en vivo, b) el juego de voces de dos talentos de estilo definido pero lúdico, c) y una reconstrucción novedosa de las clásicas canciones del dúo español; elementos que, unidos, según mi parecer, darían un excelente disco. ¿Encontré estos tres rasgos mencionados? Sí y, lamentablemente, no. ¿Cómo es eso? Es decir, hay dos, pero falta uno. ¿Pero por qué hablas de manera tan rara? Creo que es porque el vino se me está subiendo a la cabeza. ¡Ah caramba! ¿Es un buen vino? Claro que sí ¿No deseas una copita? Por supuesto… ¡Salud!

Volvamos al tema en cuestión. El elemento a), sin ninguna duda, está presente. A lo largo del disco, se escucha el rigor pasional de las gastadas pero emocionantes voces de Serrat y Sabina. El público, por otra parte, responde con una entrega desinteresada en el momento de los coros, y es tan vehemente que, en una oportunidad, da la sensación que obligara a los cantantes a alargar la pieza (escúchese Y sin embargo). El punto b) también se encuentra en la producción. Serrat y Sabina, pese a tener diferentes registros vocales, combinan de forma elegante sus gargantas y logran una mixtura que, entre carrasposa y despejada, entre melancólica y feliz, es un dulce regalo para el oído del público. El elemento c), sin embargo, es la pata que le falta al disco para que ande con desenvoltura. Serrat y Sabina no aportan nada nuevo a sus clásicos musicales, y, peor aún, a ratos es tan pobre el manejo de la producción musical que el único detalle que diferencia las canciones de uno y otro autor es que, cuando suena una pieza de Serrat, hay acompañamientos de trompetas y, cuando se desarrolla una de Sabina, se escuchan guitarras y piano. ¿Demasiado simplón, no crees, estimado lector/oyente?... ¿Que qué? ¿Qué no deje de brindar? ¡Pero por supuesto!… Comencemos con otra botella, por favor… ¡Y salud!

¿Y qué canciones recomiendo? Bueno, entre muchos hits, indicaré solo tres, que destacan por su gran calidad lírica y musical.

Princesa. “Entre la cirrosis y la sobredosis andas siempre muñeca”. Este es el primer verso, y lo dice todo del personaje central. Quién haya sido alguna vez “el perro” de una princesa, sabrá que esta canción no sólo es bella, sino que dice una verdad: uno no puede pasarse la vida pagándole la fianza a una princesa.

Tu nombre me sabe a hierba. La melancolía de quién ha dejado el campo por amor. El querer como el combustible de la voluntad. La celebración de la tristeza o la sublimación del dolor.

Pastillas para no soñar. “Si lo que quieres es vivir 100 años, no pruebes los licores del placer”, dicta el verso que abre esta canción, y nos da la única receta para combatir la muerte: el humor.

Ya voy en la tercera botella de vino, y aún el disco no termina. ¿Quieres que termine? No. Pero, ¿quién eres tú? ¿Por qué me conversas? Yo soy tú. Pero caramba, ¡tan borracho estoy! Sólo resta hacer algo entonces. ¿Qué? Brindar… ¡Salud!

Y sabes, mi querido lector / oyente, mientras bebo conmigo mismo, y compruebo que escuchar a este dúo español no sólo me ha producido alcoholismo, sino también locura furiosa, debo concluir esta reseña afirmando que Serrat y Sabina son unos cantautores talentosos, los cuales han hecho un disco con defectos, que, como dije más arriba, muestra que entre los errores y horrores de carbón, hay un diamante musical que brilla hasta el deslumbramiento, y seguirá brillando como todo gran logro artístico.
Julio Meza Díaz

Youtube y tú: