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sábado, 14 de junio de 2008

Disco: Plástico Divino (2008)

Grupo: Dolores Delirio (Perú)

-Tus críticas llevan una misma estructura -me señaló una estudiante universitaria-. Presentas al grupo en cuestión. Hablas de su último álbum. Describes algunas de sus canciones. Y, al final, cierras con una frase de aire reflexivo. ¿Por qué insistes en seguir esa línea?
-Bueno, quizás se deba a que la mecanización hace más fácil un trabajo -le respondí, un poco fastidiado por su observación.
-Y dime, ¿sobre qué vas a escribir ahora?
-Tengo varios discos en proceso de escucha. Pero en estos momentos le estoy prestando más atención al de Dolores Delirio: Plástico Divino.
-¿Qué vas a decir sobre ese cd?
-Bueno…

1998. Parque Kennedy. Rodeados por adolescentes que visten camisas afraneladas y botas de leñador, los integrantes de Dolores Delirio atrapan sus guitarras y rompen el silencio con un punteo envolvente. Ha comenzado “No ves el sol”. Ganas el tiempo que suelo perder. También el dinero que nunca tendré. Aunque dicha canción lleva impresa en su sonido la estética de los 80, en estos días ya es un clásico contemporáneo del rock no comercial. Los asistentes se entusiasman y, mientras agitan las cabezas y siguen el ritmo con el pie, alzan las voces hasta convertirlas en un solo grito ronco y sentido. No ves en mi rostro la misma expresión. Aunque eso te cause quizás decepción. Los trajes oscuros de los muchachos de Dolores Delirio contrastan con la luna llena que está particularmente blanca. Y, como si esto les hubiera despertado un espíritu lobezno, algunos entusiastas de entre el público aúllan con frenesí, llegando a un estado de verdadero paroxismo. Mira este sol. Ve la lluvia caer. Y esta flor del desierto en la luna. Observa estos niños bañados en barro. Somos… Somos tú y yo.

-Bueno… de acuerdo con mi punto de vista, señalaré que no es un disco redondo. Contiene piezas regulares. Pero también hay de las buenas. Y de las que son muy buenas.
-¿Cuáles son estas últimas?
-A mí me parece que son Cielo - Infierno, Histeria, (Ultramar) Azul y, sobre todo, Jardín de estatuas. Esta última creo que está trazada con mucho talento. Define el nuevo sonido de Dolores Delirio. Entre lo electrónico y el rock guitarrero. Algo muy lejano a su inicial tendencia ochentera. Pero hay algo más importante que estos detalles.
-¿Y qué cosa es eso?
-Bueno…

2008. Vocé. El público, que está conformado por jóvenes y adolescentes, aguarda a que inicie la siguiente canción. Los muchachos de Dolores Delirio afinan los instrumentos, sueltan un arpegio agudo y arranca una vibración inquietante. Los oídos de los asistentes reconocen la tonada. “¡Histeriaaa!”, grita uno, y todos se mueven al ritmo del golpe de las baquetas, manteniendo un gesto de furia contenida. Vuelo despacio y así soy fatal. Si acelero seré un suicida. Algunos levantan los brazos y los sacuden una y otra vez, mientras dan ligeros saltos sobre su sitio. La atmosfera se torna tensa, pues cada vez hay más gente entonando la lírica. La risa es porque nunca maduré. Mi silencio, tu obsequio porque ya quemé. Pese a los reflectores y los rayos de luz, el ambiente es lúgubre y compacto, y da la sensación de incrementar la fuerza que despiden los parlantes y las gargantas de los asistentes. Los cuerpos reaccionan, y hay empujones y danzas extrañas: se arma un conato de pogo. Ven, anima mis desvelos y complace todos mis deseos. Tan fáciles de odiar. No me das tiempo a protestar. Ya me disfrazaste de maldad.
-¿Y qué es lo importante?
-Que Dolores Delirio, pese a la muerte de uno de sus guitarristas, pese a los cambios entre sus miembros, sigue en pie, haciendo canciones destacables. Que, aunque tienen ciertos márgenes por entre los cuales va su estilo, han sabido evolucionar: Dolores Delirio de los 90 no es el mismo que el del 2000. Y aún enciende pasiones, muchas pasiones.
-En fin. Si es como lo describes, escucharé el disco… Una cosa más: ¿continuarás con la misma estructura en tus críticas?
-Estoy pensando en hacer lo mismo, pero con cierto toque distinto, al igual que la música de Dolores Delirio a lo largo de su carrera.
-Ah mira, qué interesante.
-Sí, pronto lo leerás.
Julio Meza Díaz

Gracias a You Tube y a los que suban los videos:





domingo, 1 de junio de 2008

Disco: Humo y Espejos (2008)


Grupo: La Monja Enana (España)

A inicios del nuevo milenio, explotó en España una bomba compuesta de melodías dulces y una actitud que se inclinaba entre lo aguerrido y lo rosa. Los críticos, los periodistas especializados y el público en general, llamaron a esta dinamita sonora con una palabrita un tanto despectiva: Tontipop. Fueron muchos los grupos que practicaron dicho género (entre los más destacados, cito a los siguientes: Blas y Las Astrales, Los Fresones Rebeldes, La Casa Azul, Meteosat, Niza, etcétera), pero muy pocos de ellos continuaron en la brega, y casi ninguno construyó una obra sólida que perdurará más allá de la moda y los requerimientos del mercado. Entre los sobrevivientes, que sí lograron hacer de una estética generacional su sonido propio, y, además, se popularizaron fuera de las fronteras de su país, podemos hallar al excelente proyecto denominado La Monja Enana.

Con seis discos en su haber, este 2008 han presentado al público el que, a mi parecer, es su mejor producción: Humos y espejos. Sin alejarse de su sonido con aires infantiles, La monja enana ha compuesto doce temas que, sin mucho esfuerzo, logran demostrar que la creatividad musical a veces requiere de pocos elementos para expresarse con plenitud. En Humo y espejos (y como en toda la discografía de este grupo español), no hay grandes performances sonaras, tampoco la voz se disfuerza en demostraciones vacías de histrionismo, mucho menos se procura una lírica barroca e ininteligible. Sólo con la simpleza (que no es igual a la estupidez de varios grupos pop), La monja enana ha logrado capturar su belleza, una que causa admiración, enternecimiento y alegría. Una rosa feliz que exuda imaginación.

Paso a analizar el disco Humo y espejos.

Pessoa, a través de su heterónimo Álvaro de Campos, escribió lo siguiente: “Todas las cartas de amor son ridículas”. Según mi perspectiva, dicha afirmación se puede extender a las canciones. Para comprobar lo que digo, sólo basta encender la radio y escuchar el hit romántico de turno. Sin embargo, pese a ser ridículas, debo aclarar que hay composiciones sentimentales de las buenas y de las malas. Y, en Humo y espejos, se puede encontrar un ejemplo de las primeras. Con una guitarra eléctrica sin pretensiones, Canción de amor n° 3, demuestra que se puede hablar de forma inteligente del sentimiento más humano. Dice la voz, con ironía: “Por ti voy a escribir una canción de amor / llenaré el escenario con músicos de sesión / hablaré de mi bañera, de colillas y café / con citas y referencias que sólo yo entenderé”. ¿Una burla o una canción de amor? Pues es una meta canción. Una canción de amor que habla sobre las canciones de amor. Inteligente juego, ¿no? Más adelante, se encuentra Café Kafka. Con un secuenciador de fondo, la cantante le rinde tributo al escritor de Praga con unos versos inquietantes: “Leo mi esquela en el diario / asistiré a mi funeral / empiezo a sospechar que algo no va bien”. A La monja enana le gusta la literatura, ¿no? Claro, pero tampoco le produce asco las matemáticas. Con mayor complejidad sonora, en Ciencia en la vida cotidiana suena: “Tardé a fichar, me quedé a resolver un problema complicado / la tensión superficial entre pompas de jabón me ha costado el trabajo / le he cogido antipatía al incremento de entropía”. Unas piezas después, se hace referencia a al cine, mencionando un tipo de equívoco en la filmación, que se denomina Fallo de raccord o Error en la continuidad. Dice la voz en Raccord: Entro en mi cuarto / noto que algo no es igual / es un decorado, no parece de verdad / las paredes de mi habitación / no han tenido nunca ese color / se ha producido un fallo de raccord. En Héroes del pasado, que según mi opinión es el mejor track, La monja enana da muestras de su audaz ironía. Con un ritmo festivo, la lírica dice, refiriéndose a los más viejos rockeros: “Héroes del pasado muertos y enterrados / héroes del pasado muertos y olvidados / uno se ha vuelto loco, otro es un desgraciado / uno murió en el coche, otro se ha suicidado / gracias a la técnica digital / este año habrá gran gira mundial”. Al respecto, suelto una pregunta: ¿querrán los integrantes de La monja enana que se burlen de ellos de la misma manera? Supongo que sí. Porque será un indicador que el rock vive, pues éste es iconoclasta hasta con sus propios ídolos.

Este disco es, pues, la comprobación que lo sencillo no carece de rigor creativo. Como ha repetido una y otra vez Mario Vargas Llosa, “la oscuridad no es sinónimo de profundidad”. A veces, pues, es preferible realizar lo de La monja enana: hacer canciones transparentes, y conseguir muy logradas vibraciones emocionales e intelectuales. Un gustazo de primera oída.
 
Julio Meza Díaz

You Tube: