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sábado, 18 de junio de 2011

Los Prisioneros y Soda Stereo: ¿Polos opuestos?

A mi amigo Gerardo Álvarez

1
He deseado matarlos como un buen hijo debe matar a su padre para conseguir por completo su libertad. Critiqué de modo violento su disco Manzana[1]. Los negué ante adictos del virtuosismo musical. Luché por rechazar dentro de mí mismo su influencia. Pero ahora no puedo negarlos; y lo diré en una frase que ojalá se leyera como un grito salpicado en sangre: yo soy hijo de Los Prisioneros.

2
Hace varias semanas fui a una peluquería en la cual, a falta de ejemplares de Condorito, tomé una revista Somos. Era una edición de mayo del 2010, y entre sus páginas encontré un artículo titulado: South American Rockers[2]. El autor, un periodista de nombre Jeremías Gamboa, garabateaba algunas líneas al respecto de la obra musical de Gustavo Cerati. Y uso el verbo garabatear, porque escribió frases como esta: “Cerati no les ofreció [a sus oyentes] la profundidad ni el genio vanguardista de músicos como Charly García o Luis Alberto Spinetta, pero sí cumplió a cabalidad el rol del divo del rock”. Me pregunto: ¿puede haber ignorancia sobre el rock latino más profunda que esta? ¿Por qué no se inventa de una buena vez un papel que arda en fuego apenas alguien escriba semejantes infundios? No conozco a Jeremías Gamboa, no le tengo ninguna aversión personal ni mucho menos envidia, pero ojalá llegara a leer las líneas que siguen: Cerati sí ha ofrecido profundidad y genio de vanguardia; para comprobar que no miento solo hace falta escuchar el Dinamo en su época de Soda Stereo (disco en el cual relee de forma alucinante a My Bloody Valentine), o el Bocanada en su etapa de solista (en el cual transforma en plastelina las máquinas para convertirlas en piezas expresivas de amor, pasión y luz).

Pero no haré paté con mi hígado, e iré al tema que trato de articular en este texto. En el artículo de Jeremías Gamboa se trasluce algo que, desde hace varios años, gran parte de la prensa y otros advenedizos han querido imponer con la fuerza de sus plumas ignaras: que Los Prisioneros y Soda Stereo eran grupos de rock que representaban perspectivas completamente diferentes de ver la realidad. Gamboa lo dice así: “Mi generación, como otras, se desgarró en la contradicción: nos debatimos por igual entre el impulso visceral por rechazar aquello que veíamos lejano e inaccesible… y el deseo real de sumergirnos en [aquello mismo] con el glamour de otras partes del mundo. González fue la voz de la verdad, de lo que nos pasaba, nos jodía y nos torcía el alma. Cerati no dejó de encarnar jamás la concreción de aquello que soñábamos ser. Lo que anhelábamos”[3].

Es decir, polarización. Los Prisioneros a la izquierda. Soda Stereo a la derecha. No creo equivocarme al adjetivar esta forma de concebir el mundo como maniquea. Y, por ende, falsa.


3
Les dije por separado a mis hermanos que haría un artículo en el cual trataría de encontrar más coincidencias que diferencias entre Los Prisioneros y Soda Stereo. Favio, al que le llevo siete años, se preocupó. Estudiante de la especialidad de Historia, me dijo que Los Prisioneros son nuestros, “mío y tuyo y del resto de los nuestros”, y, aunque respeta a Soda Stereo y Cerati, y los escucha y admira, él siempre preferirá a Los Prisioneros. Por su parte, Renán, sociólogo de profesión, quien me lleva dos años, me vino deslizando comentarios conciliadores que, sin embargo, no lograban esconder su preferencia por Soda Stereo. No por nada hemos vivido 30 años en la misma casa: Renán tiene en cd´s originales toda la producción de Soda Stereo (y amenaza con adquirir la de Cerati también).

Ante este panorama, y en un hogar compuesto por melómanos (si alguien toma un disco de mi papá y no lo devuelve a su sitio puede generarse una crisis familiar casi irreconciliable), he tenido que reflexionar y reflexionar y reflexionar mil veces para, por fin, escribir este artículo. Y quizás se deba a lo delicado del tema que su estructura es fragmentaria. Siempre tengo presente que una escalera en espiral solo se puede descender con paciencia y paso a paso. Lo contrario es para tontos o suicidas.

4
Argentina. Año 1984. Producido por Federico Moura (líder de Virus)[4], Soda Stereo saca a la luz su primer disco, el cual lleva el nombre del grupo. La canción con la que abre es “¿Por qué no puedo ser del Jet Set?”. En su lírica, se leen los siguientes versos: “Yo me codeo… que tipo inteligente / Tengo el bolsillo agujereado / Pero al menos tengo un Rolex / lo he logrado”. Dime, estimado lector / oyente, ¿son estos acaso versos que miran con respeto al Jet Set? ¿No será más bien una ironía sobre ese mundo que se caracteriza por la falsedad e hipocresía? Pero si quedan dudas al respecto, acá está la explicación que el mismo Cerati dio, y que se recoge en la página Zona de Promesas[5]: “Para escribir la letra me inspiré en lo que pasaba por entonces en las revistas de actualidad, que le dedicaban montones de páginas a Carolina de Mónaco y los principados europeos, como si eso fuera lo único que existiera. También describe la situación de una publicidad de Peugeot, la de la mujer con rimmel y clima sofisticado. Se podría decir que le robamos un poco al jingle...”[6]. Es evidente, pues, el afán irónico de Soda Stereo en esta canción; como es evidente también su mirada despectiva sobre el Jet Set. En el mismo disco se encuentra la canción: “El tiempo es dinero (Dorian Gray)”. No hace falta hacer mención a la lírica. Solo recordar el argumento de la novela El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde. Dorian, que solo vive para satisfacer su hedonismo, exhibe un rostro siempre joven en las calles y los salones donde comete sus perversiones y fechorías, pero un retrato suyo que esconde en el interior de su casa va mostrando podredumbre en el rostro retratado, podredumbre que se intensifica a medida que Dorian se sumerge más y más en el fango del egoísmo exacerbado.

5
Chile. Año 1984. Producido por Jorge González, nace el disco La voz de los 80s[7]. Basta con leer los títulos de varias de las canciones para hacerse una idea de lo que tratan: Latinoamérica es un pueblo al sur de Estados Unidos, No necesitamos banderas, Nunca quedas mal con nadie, Mentalidad Televisiva. La Voz de los 80s fue un ladrillazo en la nuca del status quo. En un contexto de dictadura militar, tres adolescentes alzaban su voz sin titubeos y disparaban con su música a los “todo poderosos” militares, políticos, empresarios y demás sanguijuelas. Sin embargo, no todo en ese disco era grito furibundo. Hubo una canción de amor, de triste amor, que nos dejó ver que no solo de furia reivindicativa vivían Los Prisioneros, sino también de amor: Paramar. Joya (ojo: no joyita, sino joya), joya musical que aún ahora entre los adolescentes (y los que pese a nuestra edad luchamos por seguir siendo sensibles) se escucha como soundtrack obligatorio para nuestras personales historias de desamor.

Pero esta no es la única canción sin tintes políticos de Los Prisioneros. Corazones[8] es un disco que, si bien contiene piezas de espíritu contestarario, el grueso de ellas trata historias de amores tortuosos, pasiones desgarradas y amistades de laberínticas pulsiones. Los sentimientos más íntimos también generan prisiones o rutas de escape hacia la libertad.

6
“¡Pero Soda Stereo se volvió con el tiempo en la encarnación del hedonismo!”, dirá alguno por ahí. Nada más falso. En el disco Nada Personal[9], está la canción Cuando pase el temblor. A mi modo de ver, esta es una canción veladamente política. La voz canta que aguarda el “temblor”, pide que le despierten cuando “pase el temblor”, y añade, como única explicación para su extraño estado, lo siguiente: “hay una grieta en mi corazón / un planeta con desilusión”. Un “temblor” implica siempre un cambio geográfico. El temblor al que refiere Cerati quizás sea la llegada de un mejor momento para su entorno, un mejor momento político, social y/o económico. No por gusto esta canción lleva aires andinos (sintetizador con sonido de quenas) y el video clip se filmó sobre pequeñas ruinas incaicas al norte de la Argentina.


En el disco Canción Animal[10], se puede escuchar Lo que sangra (la cúpula). Aquí la lírica es menos velada: “Yo conozco ese lugar donde revientan las estrellas / yo conozco la escalera en espiral hacia la cúpula... los guardianes pierden el honor / mientras desfilan hay tanto fraude a nuestro alrededor... es amor lo que sangra / desde el cielo en la cúpula / es amor lo que sangra / sobre el techo en la cúpula”. ¿La cúpula no será acaso la élite política? ¿No desfilan acaso los militares? ¿No serán acaso los poderosos los autores de “tanto fraude”? ¿Y esos guardianes? ¿Está haciendo referencia a “los guardianes” de los que habla Platón en la República; es decir, de aquellos que cuidan de los gobernantes de la polis, de la polis misma y de que los gobernantes no se conviertan en tiranos?[11]

En mi opinión, Soda Stereo no resbaló en el Jet Set del que se burlaba. Y si así fuera, supo ponerse en pie y seguir burlándose (en tonos cada vez más gruesos) de la estupidez que reina tras las caretas del poder.

7
Soda Stereo era una banda de virtuosos en términos musicales. Los Prisioneros era una banda de rebeldes en términos musicales y existenciales. Y aunque estas son las percepciones que se manejan de ambos grupos, son percepciones que se detienen de modo facilista en la epidermis. No se entendió el sistema circulatorio del ser humano contemplando únicamente la piel. Se tuvo que hacer cortes, salpicar sangre, tomar el corazón en las manos y entender que no solo somos superficie, sino también intrincadas redes que le dan vida a la vida.

8
Favio, Renán: no me pidan que elija. Soda Stereo es mi gran amigo. Pero Los Prisioneros son mi padre. Y si en una situación límite deberé optar por la vida de uno de ellos, pues daré la mía. Y mientras espero el calor de la bala en el centro de mis ojos, tararearé El Baile de los que Sobran.



Julio Meza Díaz

[1] http://atrapalaluz.blogspot.com/search/label/los%20prisioneros
[2] Revista Somos del diario El Comercio. 29 de mayo de 2010. Pág. 60. El artículo fue escrito por razón del delicado estado de salud en el que había recién caído Gustavo Cerati.
[3] Ibid.
[4] A mi entender, no fue tanto Spinetta, sino Moura el gran maestro de Cerati. La estética musical de Virus y, sobre todo, su lírica lasciva, a veces críptica, a veces transparente, fueron influencias importantes en Cerati. Ojo con lo primero: Virus, en sus pocos años con Federico Moura a la cabeza, realizó una búsqueda musical amplísima: sus discos son aparatos sonoros que, con sutilezas y/o radicalizaciones, se diferencian uno de otro. Quizás su única constante fuera la siguiente: el movimiento perpetuo. Y esto lo aprendió bien Cerati. Soda Stereo jamás se quedó en un solo sonido; y Cerati como solista era inaprensible para la crítica, siempre afecta a limitar el arte en casilleros estancos. Es más, intuyo que aun ahora Cerati sigue componiendo en su silencio. Y cuando despierte, hará el Disco de los discos de rock.
[5] http://www.zonadepromesasweb.com.ar/ Zona de Promesas es una página de fanáticos de todo el mundo de Soda Stereo y Gustavo Cerati. En ella hay una multitud de foros en los cuales se debate al respecto de sus obras. El foro en donde se menciona la explicación de Cerati sobre la letra de ¿Por qué no puedo ser del Jet Set? es el siguiente: http://www.zonadepromesasweb.com.ar/foro/showthread.php?10112-PORQUE-NO-PUEDO-SER-DEL-JET-SET-%7C-COMO-SE-COMPUSO
[6] Gamboa, sin embargo, señala que esta canción hace referencia a los “deseos [de Cerati] de ser parte del jet set, en los tempranos ochenta”.

[7] La voz de los 80s, 1984. EMI, 1985.
[8] Corazones, Emi Odeon Chilena, 1990.
[9] Nada personal. CBS, 1985.

[10] Canción animal. CBS, 1990.
[11] Tengo las siguienteshipótesis: Cerati leyó a Platón o lo leyó a través de Watchmen, la novela gráfica de Alan Moore, en la cual se retoma la pregunta que Platón desliza a través de Sócrates en La República: Quis custodiet ipsos custodes? (¿quién guardará a los guardianes?).

Gracias a You Tube y a los que suben los videos: