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jueves, 17 de enero de 2008

Disco: Dos Pájaros De Un Tiro (2007)


Dúo: Serrat y Sabina (España)

Es tal el aura bohemia de Serrat y Sabina que la primera vez que escuché Dos Pájaros De Un Tiro una fuerza invisible pero poderosa, que me hizo pensar que sufría de algún mal psiquiátrico, me empujó a vaciarme una botella de pisco peruano con la angustia de un sediento alcohólico anónimo. Ahora, sin embargo, que tengo la misma producción musical en mi cd player encendido, y mantengo las ansias controladas, sólo estoy brindando recatadamente con pequeños sorbitos de un vino semiseco que he robado del depósito de licores de mi padre. Pero bueno, iré a lo mío: ¿qué pienso de este trabajo sonoro? Pues que pudo ser mucho, tanto como el infinito número de estrellas que hay en los cielos, pero que únicamente consiguió algo mesurado, algo humanamente contable: un éxito que demuestra que el talento siempre brilla, como cuando, entre el carbón, destaca la luz blanquecina del diamante.

Comencemos.

Cuando supe de la existencia de Dos Pájaros De Un Tiro, concluí que era un buen proyecto musical, pues lo imaginé compuesto de tres elementos: a) la fuerza natural que dan las versiones en vivo, b) el juego de voces de dos talentos de estilo definido pero lúdico, c) y una reconstrucción novedosa de las clásicas canciones del dúo español; elementos que, unidos, según mi parecer, darían un excelente disco. ¿Encontré estos tres rasgos mencionados? Sí y, lamentablemente, no. ¿Cómo es eso? Es decir, hay dos, pero falta uno. ¿Pero por qué hablas de manera tan rara? Creo que es porque el vino se me está subiendo a la cabeza. ¡Ah caramba! ¿Es un buen vino? Claro que sí ¿No deseas una copita? Por supuesto… ¡Salud!

Volvamos al tema en cuestión. El elemento a), sin ninguna duda, está presente. A lo largo del disco, se escucha el rigor pasional de las gastadas pero emocionantes voces de Serrat y Sabina. El público, por otra parte, responde con una entrega desinteresada en el momento de los coros, y es tan vehemente que, en una oportunidad, da la sensación que obligara a los cantantes a alargar la pieza (escúchese Y sin embargo). El punto b) también se encuentra en la producción. Serrat y Sabina, pese a tener diferentes registros vocales, combinan de forma elegante sus gargantas y logran una mixtura que, entre carrasposa y despejada, entre melancólica y feliz, es un dulce regalo para el oído del público. El elemento c), sin embargo, es la pata que le falta al disco para que ande con desenvoltura. Serrat y Sabina no aportan nada nuevo a sus clásicos musicales, y, peor aún, a ratos es tan pobre el manejo de la producción musical que el único detalle que diferencia las canciones de uno y otro autor es que, cuando suena una pieza de Serrat, hay acompañamientos de trompetas y, cuando se desarrolla una de Sabina, se escuchan guitarras y piano. ¿Demasiado simplón, no crees, estimado lector/oyente?... ¿Que qué? ¿Qué no deje de brindar? ¡Pero por supuesto!… Comencemos con otra botella, por favor… ¡Y salud!

¿Y qué canciones recomiendo? Bueno, entre muchos hits, indicaré solo tres, que destacan por su gran calidad lírica y musical.

Princesa. “Entre la cirrosis y la sobredosis andas siempre muñeca”. Este es el primer verso, y lo dice todo del personaje central. Quién haya sido alguna vez “el perro” de una princesa, sabrá que esta canción no sólo es bella, sino que dice una verdad: uno no puede pasarse la vida pagándole la fianza a una princesa.

Tu nombre me sabe a hierba. La melancolía de quién ha dejado el campo por amor. El querer como el combustible de la voluntad. La celebración de la tristeza o la sublimación del dolor.

Pastillas para no soñar. “Si lo que quieres es vivir 100 años, no pruebes los licores del placer”, dicta el verso que abre esta canción, y nos da la única receta para combatir la muerte: el humor.

Ya voy en la tercera botella de vino, y aún el disco no termina. ¿Quieres que termine? No. Pero, ¿quién eres tú? ¿Por qué me conversas? Yo soy tú. Pero caramba, ¡tan borracho estoy! Sólo resta hacer algo entonces. ¿Qué? Brindar… ¡Salud!

Y sabes, mi querido lector / oyente, mientras bebo conmigo mismo, y compruebo que escuchar a este dúo español no sólo me ha producido alcoholismo, sino también locura furiosa, debo concluir esta reseña afirmando que Serrat y Sabina son unos cantautores talentosos, los cuales han hecho un disco con defectos, que, como dije más arriba, muestra que entre los errores y horrores de carbón, hay un diamante musical que brilla hasta el deslumbramiento, y seguirá brillando como todo gran logro artístico.
Julio Meza Díaz

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