Páginas

domingo, 1 de junio de 2008

Disco: Humo y Espejos (2008)


Grupo: La Monja Enana (España)

A inicios del nuevo milenio, explotó en España una bomba compuesta de melodías dulces y una actitud que se inclinaba entre lo aguerrido y lo rosa. Los críticos, los periodistas especializados y el público en general, llamaron a esta dinamita sonora con una palabrita un tanto despectiva: Tontipop. Fueron muchos los grupos que practicaron dicho género (entre los más destacados, cito a los siguientes: Blas y Las Astrales, Los Fresones Rebeldes, La Casa Azul, Meteosat, Niza, etcétera), pero muy pocos de ellos continuaron en la brega, y casi ninguno construyó una obra sólida que perdurará más allá de la moda y los requerimientos del mercado. Entre los sobrevivientes, que sí lograron hacer de una estética generacional su sonido propio, y, además, se popularizaron fuera de las fronteras de su país, podemos hallar al excelente proyecto denominado La Monja Enana.

Con seis discos en su haber, este 2008 han presentado al público el que, a mi parecer, es su mejor producción: Humos y espejos. Sin alejarse de su sonido con aires infantiles, La monja enana ha compuesto doce temas que, sin mucho esfuerzo, logran demostrar que la creatividad musical a veces requiere de pocos elementos para expresarse con plenitud. En Humo y espejos (y como en toda la discografía de este grupo español), no hay grandes performances sonaras, tampoco la voz se disfuerza en demostraciones vacías de histrionismo, mucho menos se procura una lírica barroca e ininteligible. Sólo con la simpleza (que no es igual a la estupidez de varios grupos pop), La monja enana ha logrado capturar su belleza, una que causa admiración, enternecimiento y alegría. Una rosa feliz que exuda imaginación.

Paso a analizar el disco Humo y espejos.

Pessoa, a través de su heterónimo Álvaro de Campos, escribió lo siguiente: “Todas las cartas de amor son ridículas”. Según mi perspectiva, dicha afirmación se puede extender a las canciones. Para comprobar lo que digo, sólo basta encender la radio y escuchar el hit romántico de turno. Sin embargo, pese a ser ridículas, debo aclarar que hay composiciones sentimentales de las buenas y de las malas. Y, en Humo y espejos, se puede encontrar un ejemplo de las primeras. Con una guitarra eléctrica sin pretensiones, Canción de amor n° 3, demuestra que se puede hablar de forma inteligente del sentimiento más humano. Dice la voz, con ironía: “Por ti voy a escribir una canción de amor / llenaré el escenario con músicos de sesión / hablaré de mi bañera, de colillas y café / con citas y referencias que sólo yo entenderé”. ¿Una burla o una canción de amor? Pues es una meta canción. Una canción de amor que habla sobre las canciones de amor. Inteligente juego, ¿no? Más adelante, se encuentra Café Kafka. Con un secuenciador de fondo, la cantante le rinde tributo al escritor de Praga con unos versos inquietantes: “Leo mi esquela en el diario / asistiré a mi funeral / empiezo a sospechar que algo no va bien”. A La monja enana le gusta la literatura, ¿no? Claro, pero tampoco le produce asco las matemáticas. Con mayor complejidad sonora, en Ciencia en la vida cotidiana suena: “Tardé a fichar, me quedé a resolver un problema complicado / la tensión superficial entre pompas de jabón me ha costado el trabajo / le he cogido antipatía al incremento de entropía”. Unas piezas después, se hace referencia a al cine, mencionando un tipo de equívoco en la filmación, que se denomina Fallo de raccord o Error en la continuidad. Dice la voz en Raccord: Entro en mi cuarto / noto que algo no es igual / es un decorado, no parece de verdad / las paredes de mi habitación / no han tenido nunca ese color / se ha producido un fallo de raccord. En Héroes del pasado, que según mi opinión es el mejor track, La monja enana da muestras de su audaz ironía. Con un ritmo festivo, la lírica dice, refiriéndose a los más viejos rockeros: “Héroes del pasado muertos y enterrados / héroes del pasado muertos y olvidados / uno se ha vuelto loco, otro es un desgraciado / uno murió en el coche, otro se ha suicidado / gracias a la técnica digital / este año habrá gran gira mundial”. Al respecto, suelto una pregunta: ¿querrán los integrantes de La monja enana que se burlen de ellos de la misma manera? Supongo que sí. Porque será un indicador que el rock vive, pues éste es iconoclasta hasta con sus propios ídolos.

Este disco es, pues, la comprobación que lo sencillo no carece de rigor creativo. Como ha repetido una y otra vez Mario Vargas Llosa, “la oscuridad no es sinónimo de profundidad”. A veces, pues, es preferible realizar lo de La monja enana: hacer canciones transparentes, y conseguir muy logradas vibraciones emocionales e intelectuales. Un gustazo de primera oída.
 
Julio Meza Díaz

You Tube:




No hay comentarios: