Páginas

viernes, 10 de octubre de 2008

Disco: Cumbia (2008)


Grupo: Bareto (Perú)

He puesto el disco Cumbia, de Bareto y, como si una fuerza animal naciera de mis entrañas, me pongo de pie y comienzo a bailar, entregado a la alegría de los sonidos de la selva y a una suerte de relectura de la psicodelia más sensual.

***

Arrancaré mi crítica con una afirmación tajante: Bareto es una de las grandes revelaciones peruanas de lo que va de la década del 2000. Corriendo el riesgo de ser rechazados por su estética -pues en nuestro medio se privilegia demasiado la lírica y se menosprecia los grupos meramente sonoros-, emprendieron un proyecto que, en su primera etapa, demostró una influencia básicamente anglosajona. No obstante, en sus declaraciones a la prensa y en una pieza en particular -La calor-, ya daban visos de su interés por la música mestiza, es decir, el arte melódico del occidente más añejo recogido por nuestros pares, reelaborado y presentado con características propias, novedosas y mixtas.

Con Cumbia, su último disco, Bareto ha conseguido llevar muy lejos esta preocupación por los estilos selváticos y andinos tropicales. Sin lugar a dudas, el resultado final de su búsqueda ha sido deslumbrante: entre sus piezas, encontramos ritmos clásicos ejecutados con maestría; arreglos que echan mano tanto del saxofón huancaíno como de la guitarra más aguda y trepidante; golpes furiosos de batería que destacan en una atmósfera que, en su versión antigua, trataba de silenciar la violencia de este instrumento; y gritos felices que celebran, en cada clímax musical, la pasión de estar haciendo una armoniosa combinación de sonidos excitantes.

***

Sigo bailando con un júbilo que no había sentido desde hacía mucho. No obstante, algo quiere detener mi goce: estoy sin pareja y, en esta clase de trances -actos dancísticos cercanos a lo orgiástico-, se requiere de una acompañante de naturaleza voluptuosa y arrebatadora. Sin dejar de moverme, tomo entonces el paquete de Cumbia y lo observo con minuciosidad. En los interiores, hay una reina que crece entre flores gigantescas, haciendo vibrar sus carnes generosas y batiendo su cabellera abundante hasta lograr la crispación del macho más inocente.

***

Aunque todas las piezas de Cumbia son destacables, quiero señalar con especial énfasis el segmento dedicado a Juaneco y su combo. En Vacilando con ayahuasca, encuentro una guitarra que, tocada con un talento que sobresalta, empuja la pieza a un vértigo de locura. Ya se ha muerto mi abuela es más relajada, pero no por ello carece de detalles importantes: los vientos le insuflan una fuerza que hace trepidar los pies incluso a los duros como tabla. A continuación, en Mujer hilandera y A la fiesta de San Juan, la guitarra vuelve a ponerse de relieve: guían el ritmo a una velocidad que inquieta y alegra, que envuelve y somete de forma determinante. Un brillo aparte es el manejo de los coros: son de una potencia carnavalesca que contagia. Alejado por estilo del Juaneco y su combo, pero incluidos en un mismo género, Soy provinciano, original de Papá Chacalón, es una joya por su mezcolanza musical: con vientos andinos, y una percusión lindante al reggae, genera una ambiente melódico, tierno y relajado, que invita a la apreciación detenida de las notas y a la nostalgia del terruño dejado atrás. Llorando se fue, de los Kjarkas, es interpretado con una velocidad motivadora, dirigida por los vientos contundentes que, como si hablaran con radicalidad, parecen retar a los bailarines avezados a intentar perseguir su compás enfebrecido.

***

Ahora no estoy solo: en un giro real maravilloso, la mujer del interior del disco se sacude con su cuerpo pegado al mío, sus caderas se bambolean con ánimo candente, y yo, que, a esta altura de las circunstancias, ya perdí mi característica timidez, entre gestos temblorosos y dubitativos, acerco una mano curiosa y toco eso que se estremece y palpita, esos bultos que me encandilan y que me atrapan y me sumergen en la loca pasión, al rito de la lujuria feliz y sin trabas. “Oh, mi selvática quimera”, pienso, entregado al movimiento puro.

***

Por último, tengo que decir que Bareto no sólo ha conseguido un excelente disco. Con su eclecticismo profundo, ha vinculado a ciertos sectores representativos de la capital, Lima -como los estudiantes universitarios, los habitúes de Barranco y un puñado de seguidores de distinta procedencia-, con los círculos más lejanos de la sierra y la selva. Mestizaje, le dicen a este resultado. Y, en un país de tantas y tan diferentes sangres, hay que celebrarlo. ¿De qué manera? Pues escuchando el Cumbia de Bareto, y agitándose con los bamboleos de una selvática liberada. He ahí el mejor elogio para tan excelente disco. ¡Bareto, vamos a la fiesta de San Juan!
Julio Meza Díaz

You Tube y sus videos:




No hay comentarios: