Solista: Rafo Ráez (Perú)
Hay un problema terrible en el Perú en lo que respecta al rock actual. Y ese problema es la ignorancia. Si tú, querido lector / oyente, te detienes en el Jirón de la Unión, que es un vía peatonal por donde transcurren cientos o, más bien, miles de individuos por hora, y preguntas al primer desprevenido, como un encuestador de institución sociológica, cuál es el mejor rockero peruano joven, lo más probable es que el entrevistado, muy suelto de huesos y con la seguridad de quien enuncia una verdad irrefutable, diga: Gianmarco o, en el mejor de los casos, Pedro Suárez Vértiz. ¿Por qué sucede esto? ¿A qué se debe tan escasas posibilidades de respuestas? ¿Y, por último, cuál es la razón por la cual nosotros, los peruanos, tengamos un gusto tan dudoso, por decir lo menos? Pues bueno, según mi parecer, los principales culpables son los medios, que reducen las opciones musicales a un puñado de perpetradores de bazofias sonoras, y, actuando a la manera de los peores dictadores, arrojan al olvido o al destierro a los verdaderos talentos, acusándolos de underground, difíciles o, incluso, poco agradables. ¿Por qué los comunicadores toman el privilegio de elegir por las masas? ¿Por qué no actúan de forma más transparente y reparten todas las cartas del juego -es decir, todos y cada uno de los caminos trazados por los diferentes músicos- y esperan a que el público, guiado por su mera intuición o preferencia estética, elija la mano con la que se debatirá en el mundo de las preferencias musicales? No lo sé. Tal vez haya intereses económicos detrás. Tal vez (cosa que es lo más probable) haya simple y llanamente estupidez en sus cabezas. Y es entonces esta estupidez la que mantiene en una perpetua ignorancia al público el cual, esperanzado en la supuesta buena iniciativa de los medios, elige únicamente entre lo que le ofrecen estos, y cree, en una suerte de ceguera cultural, que el mundo del rock contemporáneo es tan básico y esperpéntico como lo que ofrecen los mencionados Gianmarco y Pedro Suárez Vértiz.
Ahora bien, tú, querido lector /oyente, me preguntarás entonces: ¿qué otras alternativas hay en el rock peruano actual? Pues te diré una que, desde hace un largo trecho de tiempo, no es un secreto bajo inquebrantable llave, pero aún no logra la explosión de popularidad y reconocimiento que merece su obra. Y el artista en cuestión es Rafo Ráez.
Es cierto que Rafo no goza de una obra de una calidad constante. En su perenne búsqueda de nuevos sonidos, ha caído a veces en el pozo oscuro del disco fallido. Un ejemplo de esto es su penúltimo trabajo, Chasqui Change, en el cual, por tratar de dominar las teclas, diseñó canciones que bordean el abismo de lo horrible. No obstante, si hacemos las sumas y las restas, sacamos un resultado positivo en lo que respecta a lo hecho por Ráez. Este ha sido el artífice de discos tan redondos como Suicida de 16, El loco y la Sucia, Pez de Fango (en coautoría con el espléndido poeta José Watanabe), y esa cúspide melodiosa que es el Obsequio.
Pero lo mejor de Rafo no está solo en el pasado. Pues, en la línea de los mencionados discos, hace solo unas semanas sacó al mercado La Reina Pastrula, que, sin ninguna duda, es uno de los mejores productos del año no únicamente en el Perú, sino también en todo el mundo de habla hispana.
Con un sonido inaudito, que va desde lo juguetón hasta lo desaforado y violento, y pasa por lo tierno, desvariado y reflexivo, Ráez ha compuesto una amalgama de melodías y ritmos que llegan, a ratos, y con una fluidez desconcertante, a picos de genialidad que en pocas ocasiones se encuentran en nuestro hábitat sonoro. Y lo repito: no estoy hablando de la simple y talentosa perfección. Señalo, sin ninguna hipérbole de por medio, que Rafo en La Reina Pastrula linda con lo excepcional. Y esto, estimadísimo lector / oyente, hay que celebrarlo con palmas, licor y mucho rock and roll.
Pero vayamos a los detalles.
Las piezas de La Reina Pastrula son como joyas en una caja de chocolate: escogieras la que escogieras siempre te llevarás el premio mayor. Subrayaré en primer lugar las instrumentales: King Kong Palace e Incendio. King Kong Palace es una composición jazzística que procura una atmósfera entre gansteril y solemne, entre celebradora y melancólica. Incendio, de otro lado, es de aires andinos (con mayor precisión, ayacuchanos) y se asemeja mucho a Campo Minado de Corazones, un punteo de guitarra eléctrica que presentó Rafo en el Suicida de 16. Incendio, que es de un tristeza enfermiza, hunde al oyente en la explanada inabarcable de la soledad. Es, a mi parecer, como el gatillo del arma de una depresión profunda. En la Reina Pastrula hay también reflexión sobre lo nacional. Esto lo tenemos en Blanco y Rojo, en el que, alineando diferentes capas vocales, la voz dice: Yo soy peruano / rojo, blanco, rojo /pasión, quietud, pasión. Esta es, pues, una hermosa analogía entre los colores de la bandera y las características de lo peruano. En Mi Gordita encuentro alegría y buen humor, conectado con un ritmo bailable que haría las delicias de cualquier habitué de discoteca u otro lugar de diversión. Dice la lírica: Yo la quiero mucho y la quiero comer / yo la quiero mucho y la quiero tener / cerca siempre mío para fornicar / cerca siempre mío para conversar. Divertido, ¿no? Para los románticos, Ráez toca Los Amantes de Fuego, con una potencia que, gracias a la tensión de la guitarra y la batería sincopada, dibuja de manera muy sensual las pulsiones que dominan a los enamorados y que los empujan a las concreciones de los sueños de placer más salvajes. Dice Ráez: Se quieren besar / se quieren beber / se quieren pensar / los amantes de fuego / se dan uno a uno / se dan uno a dos. La pareja que persigue una imposible unidad hasta que, en ese camino desordenado y enloquecido, alcanzan la extinción crepitante que ofrecen las llamas del fuego. ¿Y la genialidad? ¿Dónde está la genialidad? Si eso deseas, querido lector / oyente, pues te invito a prestarle atención a Pueblo Jardinero. En un crescendo hermoso, esta canción parece dirigida a penetrar el alma del escucha y dominarla por unos breves minutos hasta hacerle recordar el platónico mundo de la ideas. Pueblo Jardinero es el sumun de la peripecia musical de Ráez en este disco, pues, con una sencillez que conmueve y perturba, elabora un discurso lírico que confunde y maravilla como el sueño del estremecedor opio o el retozar blando luego del amor perfecto. Un detalle de la lírica: Pueblo Jardinero / está clara la cosa / la espina es la hermana de la rosa / no es un sacrificio / la tierra es morirse / seré un jardinero de raíces / si muero.
¿Seguirás, pues, estimado lector / oyente, prefiriendo a Gianmarco o Pedro Suárez Vértiz? ¿Continuarás creyendo que el rock se limita a lo indicado por nuestros comunicadores obtusos (de los otros, de los inteligentes, también los hay, pero, lamentablemente, son pocos y están en extinción)? ¿Pensarás que Pedro Suárez Vértiz es nuestro Bob Dylan, como dijo alguna vez Jaime Bayli -ese excelente periodista político, pero pésimo escritor y peor crítico de arte-? Por favor, espero que cambies de opinión y le des una oportunidad a Rafo Ráez, quien, de seguro, no te decepcionará y al que, luego de apreciarlo, no lo considerarás de ninguna manera como nuestro Bob Dylan nacional, sino, orgullosa y definitivamente, como nuestro único e incomparable Rafo Ráez.
Hay un problema terrible en el Perú en lo que respecta al rock actual. Y ese problema es la ignorancia. Si tú, querido lector / oyente, te detienes en el Jirón de la Unión, que es un vía peatonal por donde transcurren cientos o, más bien, miles de individuos por hora, y preguntas al primer desprevenido, como un encuestador de institución sociológica, cuál es el mejor rockero peruano joven, lo más probable es que el entrevistado, muy suelto de huesos y con la seguridad de quien enuncia una verdad irrefutable, diga: Gianmarco o, en el mejor de los casos, Pedro Suárez Vértiz. ¿Por qué sucede esto? ¿A qué se debe tan escasas posibilidades de respuestas? ¿Y, por último, cuál es la razón por la cual nosotros, los peruanos, tengamos un gusto tan dudoso, por decir lo menos? Pues bueno, según mi parecer, los principales culpables son los medios, que reducen las opciones musicales a un puñado de perpetradores de bazofias sonoras, y, actuando a la manera de los peores dictadores, arrojan al olvido o al destierro a los verdaderos talentos, acusándolos de underground, difíciles o, incluso, poco agradables. ¿Por qué los comunicadores toman el privilegio de elegir por las masas? ¿Por qué no actúan de forma más transparente y reparten todas las cartas del juego -es decir, todos y cada uno de los caminos trazados por los diferentes músicos- y esperan a que el público, guiado por su mera intuición o preferencia estética, elija la mano con la que se debatirá en el mundo de las preferencias musicales? No lo sé. Tal vez haya intereses económicos detrás. Tal vez (cosa que es lo más probable) haya simple y llanamente estupidez en sus cabezas. Y es entonces esta estupidez la que mantiene en una perpetua ignorancia al público el cual, esperanzado en la supuesta buena iniciativa de los medios, elige únicamente entre lo que le ofrecen estos, y cree, en una suerte de ceguera cultural, que el mundo del rock contemporáneo es tan básico y esperpéntico como lo que ofrecen los mencionados Gianmarco y Pedro Suárez Vértiz.
Ahora bien, tú, querido lector /oyente, me preguntarás entonces: ¿qué otras alternativas hay en el rock peruano actual? Pues te diré una que, desde hace un largo trecho de tiempo, no es un secreto bajo inquebrantable llave, pero aún no logra la explosión de popularidad y reconocimiento que merece su obra. Y el artista en cuestión es Rafo Ráez.
Es cierto que Rafo no goza de una obra de una calidad constante. En su perenne búsqueda de nuevos sonidos, ha caído a veces en el pozo oscuro del disco fallido. Un ejemplo de esto es su penúltimo trabajo, Chasqui Change, en el cual, por tratar de dominar las teclas, diseñó canciones que bordean el abismo de lo horrible. No obstante, si hacemos las sumas y las restas, sacamos un resultado positivo en lo que respecta a lo hecho por Ráez. Este ha sido el artífice de discos tan redondos como Suicida de 16, El loco y la Sucia, Pez de Fango (en coautoría con el espléndido poeta José Watanabe), y esa cúspide melodiosa que es el Obsequio.
Pero lo mejor de Rafo no está solo en el pasado. Pues, en la línea de los mencionados discos, hace solo unas semanas sacó al mercado La Reina Pastrula, que, sin ninguna duda, es uno de los mejores productos del año no únicamente en el Perú, sino también en todo el mundo de habla hispana.
Con un sonido inaudito, que va desde lo juguetón hasta lo desaforado y violento, y pasa por lo tierno, desvariado y reflexivo, Ráez ha compuesto una amalgama de melodías y ritmos que llegan, a ratos, y con una fluidez desconcertante, a picos de genialidad que en pocas ocasiones se encuentran en nuestro hábitat sonoro. Y lo repito: no estoy hablando de la simple y talentosa perfección. Señalo, sin ninguna hipérbole de por medio, que Rafo en La Reina Pastrula linda con lo excepcional. Y esto, estimadísimo lector / oyente, hay que celebrarlo con palmas, licor y mucho rock and roll.
Pero vayamos a los detalles.
Las piezas de La Reina Pastrula son como joyas en una caja de chocolate: escogieras la que escogieras siempre te llevarás el premio mayor. Subrayaré en primer lugar las instrumentales: King Kong Palace e Incendio. King Kong Palace es una composición jazzística que procura una atmósfera entre gansteril y solemne, entre celebradora y melancólica. Incendio, de otro lado, es de aires andinos (con mayor precisión, ayacuchanos) y se asemeja mucho a Campo Minado de Corazones, un punteo de guitarra eléctrica que presentó Rafo en el Suicida de 16. Incendio, que es de un tristeza enfermiza, hunde al oyente en la explanada inabarcable de la soledad. Es, a mi parecer, como el gatillo del arma de una depresión profunda. En la Reina Pastrula hay también reflexión sobre lo nacional. Esto lo tenemos en Blanco y Rojo, en el que, alineando diferentes capas vocales, la voz dice: Yo soy peruano / rojo, blanco, rojo /pasión, quietud, pasión. Esta es, pues, una hermosa analogía entre los colores de la bandera y las características de lo peruano. En Mi Gordita encuentro alegría y buen humor, conectado con un ritmo bailable que haría las delicias de cualquier habitué de discoteca u otro lugar de diversión. Dice la lírica: Yo la quiero mucho y la quiero comer / yo la quiero mucho y la quiero tener / cerca siempre mío para fornicar / cerca siempre mío para conversar. Divertido, ¿no? Para los románticos, Ráez toca Los Amantes de Fuego, con una potencia que, gracias a la tensión de la guitarra y la batería sincopada, dibuja de manera muy sensual las pulsiones que dominan a los enamorados y que los empujan a las concreciones de los sueños de placer más salvajes. Dice Ráez: Se quieren besar / se quieren beber / se quieren pensar / los amantes de fuego / se dan uno a uno / se dan uno a dos. La pareja que persigue una imposible unidad hasta que, en ese camino desordenado y enloquecido, alcanzan la extinción crepitante que ofrecen las llamas del fuego. ¿Y la genialidad? ¿Dónde está la genialidad? Si eso deseas, querido lector / oyente, pues te invito a prestarle atención a Pueblo Jardinero. En un crescendo hermoso, esta canción parece dirigida a penetrar el alma del escucha y dominarla por unos breves minutos hasta hacerle recordar el platónico mundo de la ideas. Pueblo Jardinero es el sumun de la peripecia musical de Ráez en este disco, pues, con una sencillez que conmueve y perturba, elabora un discurso lírico que confunde y maravilla como el sueño del estremecedor opio o el retozar blando luego del amor perfecto. Un detalle de la lírica: Pueblo Jardinero / está clara la cosa / la espina es la hermana de la rosa / no es un sacrificio / la tierra es morirse / seré un jardinero de raíces / si muero.
¿Seguirás, pues, estimado lector / oyente, prefiriendo a Gianmarco o Pedro Suárez Vértiz? ¿Continuarás creyendo que el rock se limita a lo indicado por nuestros comunicadores obtusos (de los otros, de los inteligentes, también los hay, pero, lamentablemente, son pocos y están en extinción)? ¿Pensarás que Pedro Suárez Vértiz es nuestro Bob Dylan, como dijo alguna vez Jaime Bayli -ese excelente periodista político, pero pésimo escritor y peor crítico de arte-? Por favor, espero que cambies de opinión y le des una oportunidad a Rafo Ráez, quien, de seguro, no te decepcionará y al que, luego de apreciarlo, no lo considerarás de ninguna manera como nuestro Bob Dylan nacional, sino, orgullosa y definitivamente, como nuestro único e incomparable Rafo Ráez.
Julio Meza Díaz
You Tube y los amigos que suben música:
9 comentarios:
Sé que debería comentar con el disco, pero voy a aprovechar para descargarme respecto a Jaime Bayly. Ese tipo ni siquiera es un buen periodista ¿COmo puede ser bueno un tipo que cree que todo el planeta es solo lo que gira alrededor de él? Una vez en su programa hizo un comentario despectivo del Cono Norte, como si fuera la última rueda del coche y al rato dijo que nunca había ido. El tipo lo único que ha hecho con el tiempo es ganarse un público dispuesta a oirle decir cosas que nadie se atreve, pero eso no quiere que lo que salga de su cabeza es inteligente, por más que tenga cara de chancón y quiera darnos esa apariencia. Para mi es una vergÜenza oirlo, y por ejemplo que hable mal del país en Chile como una vez lo vi en TVN Chile; realmente contento quedaría si se queda en Miami y no regresa más....Por favor, que va a saber de música, si todos saben que ese tipo de comentario como el que mencionas solo lo hace por darle de favores a sus amigos como lo es (o lo fue?) Pedro y Christian.....me pusiste de malhumor con su mención en el post....que creo que ya no puedo más.....aún no he leido ningun comentario tuyo en mi blog, saludos!!
Sé que debería comentar con el disco, pero voy a aprovechar para descargarme respecto a Jaime Bayly. Ese tipo ni siquiera es un buen periodista ¿COmo puede ser bueno un tipo que cree que todo el planeta es solo lo que gira alrededor de él? Una vez en su programa hizo un comentario despectivo del Cono Norte, como si fuera la última rueda del coche y al rato dijo que nunca había ido. El tipo lo único que ha hecho con el tiempo es ganarse un público dispuesta a oirle decir cosas que nadie se atreve, pero eso no quiere que lo que salga de su cabeza es inteligente, por más que tenga cara de chancón y quiera darnos esa apariencia. Para mi es una vergÜenza oirlo, y por ejemplo que hable mal del país en Chile como una vez lo vi en TVN Chile; realmente contento quedaría si se queda en Miami y no regresa más....Por favor, que va a saber de música, si todos saben que ese tipo de comentario como el que mencionas solo lo hace por darle de favores a sus amigos como lo es (o lo fue?) Pedro y Christian.....me pusiste de malhumor con su mención en el post....que creo que ya no puedo más.....aún no he leido ningun comentario tuyo en mi blog, saludos!!
Estimado José Luis:
Coincido contigo. Jaime Bayli es un periodista que, si bien ha tenido muchos logros en dicha carrera, a veces desluce con su lengua acelerada la imagen de liberal inteligente que procura tejer con sus peroratas políticas y dizque intelectuales.
Recuerdo un detalle que pinta de cuerpo entero a Bayli: cuando la primera vuelta de las últimas elecciones presidenciales, el susodicho explicó el triunfo de Humala en el sur del Perú con una idea que no hacía extrañar los postulados racistas y eugenésicos de los pseudo científicos de inicios del siglo XX, los cuales ponían al poblador andino en un estado inferior en su discriminadora jerarquía de las "razas" humanas.
Y bueno, así hay otros detalles, como su desprecio por los distritos emergentes de Lima, su intolerancia frente al problema de la discapacidad mental, su tremenda ignorancia al respecto de la violencia familiar (sobre todo de la psicológica) y un largo etcétera que podría enumerar pero probocaría un cansancio de atleta post correría maratónica.
De más está decir, por otro lado, que es un pésimo escritor, con unos libros escritos con un prosa de escolar de primaria y una estructura tan básica que pareciera que lo que menos lee son novelas.
Pero bueno, no perdamos el tiempo en temas tan desagradables y pongámosle punto final al tema Bayli aquí.
Sobre los comentarios en tu blog, pues lo haré lo más pronto posible.
Y gracias por participar.
Saludos,
Julio Meza.
Julito
Brillante tu post sobre este disco, que aun no escucho pero me has dejado con todas las ganas de hacerlo.
Definitivamente Raez es uno de nuestros mas brillantes musicos contemporaneos, sin etiquetas. Creo que estamos viviendo un momento de "bonanza musical" que debe ser conocido por cualquier peruano, lo de los programadores radiales ya lo sabemos desde hace mucho, asi es que a nosotros nos queda la labor de la difusion alternativa.
Estimado Tibu:
Gracias por tu comentario. Y es cierto, es a nosotros, los bloggers, quienes somos los administradores de un medio alternativo de comunicación, dar a conocer la música rock que, por ignorancia, por motivos económicos o por mera envidia, los DJ de radio lanzan al abandono, empujando a su desaparición y ninguneo. Sé que nuestra voz no es muy poderosa. Es quizás, más que voz, un murmullo apagado. Pero hagamos fuerza, que, quién sabe, en algún momento venceremos nuestra imposibilidad y volvamos nuestro susurro en un grito poderoso. En ese momento, el rock, el verdadero rock, se dejará escuchar.
Saludos,
Julio Meza
asu.. ni en año nuevo reventaron tantos cuetes....
me indigesta escuchar este vervo
lo que no entiendo es por que la apología ¿gratuita? a la droga en el titulo del disco..
me jode ver como cagan a determinado grupo de gente con el rollo de las drogas
Señor Arboles Romero:
Usted es la viva muestra que la web es uno de los ambientes en donde la democracia muestra sus excesos. Uno puede escribir lo que sea y como sea. Es más, casi analfabetos como yo o usted, nos animamos a dar a conocer nuestro punto de vista. Y lo subrayo: somos casi analfabetos. Escribimos mal o casi no sabemos escribir. Yo, por ejemplo, reviento cohetes gratuitos sobre el último disco de Rafo Ráez, y usted, a su vez, escribe que "ni en año nuevo reventaron tantos CUETES". Yo, por ejemplo, pierdo mi tiempo tratando de difundir el rock en español, y usted afirma que el título La reina pastrula es "una apología ¿gratuita? a la droga".
No cabe duda, pues. Somos casi analfabetos. Y algo mucho peor: somos idiotas, imbéciles y estúpidos. Usted más que yo o yo más que usted. Eso dejémoslo a la suerte. Pero de que lo somos, lo somos.
Buena suerte, señor idiota, imbécil y estúpido... perdón... señor Arboles Romero.
Atentamente,
El otro idiota, imbécil y estúpido (O también llamado Julio Meza).
Un gran disco sin duda alguna. Para mí, el final del disco en el lado B es genial. El trío espectacular que forman Pueblo Jardinero/El parque de los nietos/Empieza un ciclo más; le da al disco una sensación de ocaso, de final bien armado, un repaso al presente, al futuro, cual si fuese una invocación esperanzada en la vida, en las oportunidades; así Caravana se perfila como una extensión, una yapa para quitar la tensión,un final que no existe, que retrocede para avanzar, el mundo no se detiene en el pasado ni el presente, es un constante ir y venir.
Personalmente creo que es un disco clave para entender el mundo, así como el Chask Changes vale por su acercamiento a lo oscuro y escondido del hombre. Así como Obsequio nos abre sublimemente al mundo del amor y la felicidad, etc.
Es lo que creo.
Tu post está realmente bueno, asi como tambien la entrevista que le hiciste posteriormente.
Saludos
Justo cuando no lo esperas
ocurre el milagro de la vida
música va
música va
colocando línea sobre línea.
Justo cuando no lo esperas
y cuando todo lo que conoces es rutina
música va, música va
colocando venda sobre herida.
Y
este es el amor que nos juramos
el
que hace tanto tiempo prometimos
es
que empieza un ciclo más
es
poder vivir en paz
pues
lo
que amas
siempre regresa...
(justo cuando no lo esperas...)
Este disco lo llevo a donde vaya. Si no es mi favorito, tal vez sea uno de mis favoritos. Es especial, único, penetrante.
Y tú sabes que no es una exageranción. Eso me alegra.
Ahora que estoy lejos de Perú me pongo a cantar Blanco y Rojo con más emoción que antes.
Es una lástima que haya tanta gente envidiosa e ignorante que trate de poner trabas en el camino de lo ingenioso y realmente artístico. Mi mente positivista sabe que en unos años sabremos apreciar lo que tenemos y que vale mucho más que mil copias de PSV o de Gianmarco, que por demás son lamentablemente enfermos de la moda.
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