Cosa rara. Estas dos palabras bien pueden describir la vida entera de Michael Jackson como la reacción de miles o quizás millones de personas frente al fallecimiento del mencionado artista.
Michael tuvo una carrera musical vertiginosa. Desde sus primeros años de vida, se presentó en shows televisivos, encandiló con su voz de una agudeza de almizcle y entusiasmó con sus pasos elásticos de baile. Transcurrió el tiempo, y, poco a poco, lo musical dio un salto al costado, para dejar ingresar la obsesión por una extraña búsqueda: la de una estética anatómica que aliviara (sospecho) retorcidos complejos interiores. De una tez negra, con pelo ensortijado y labios henchidos, Michael se tornó en un moreno de finos rasgos, para, por último, terminar en una suerte de hombre blanco que lindaba más con la truculencia de lo freack, que con lo supuestamente bello y sofisticado. Michael, de un modo evidente, rechazó su color de piel y sus formas corporales de origen, y se lanzó a la persecución de una “mejor” apariencia, que lo contentara a sí mismo y, quizás, a sus admiradores (1).
Ahora bien, con motivo de su reciente muerte, y según las lecturas que he recogido de un sinnúmero de medios, puedo afirmar que no se recuerdan estos hechos enumerados que son tan contundentes como llamativos. La fanaticada (conformada por blancos, negros, cholos, chinos y, quién sabe, hasta marcianos) llora su partida, sin traer a la memoria que el fallecido fue un ejemplo de angustia, confusión y temor. Además, es por lo menos sospechoso que, hasta hace tan sólo unos cuantos años, muchos pedían una drástica sanción contra Michael por haber violentado, según la parte contraria, la integridad sexual de un menor de edad. En aquel entonces, Michael era un perverso, un enfermo sexual que, abusando de su dinero y poder, engatusaba a niños hasta llevarlos a su rancho privado, y, en ese lugar, los empujaba a la realización de tocamientos y demás prácticas lascivas. No olvides, estimado lector / oyente, que el jurado norteamericano que vio el caso nunca señaló si Michael había realizado o no los delitos que se le imputaban, pues el conflicto jurídico se solucionó mediante un trato extralegal.
Y bueno, estimado lector / oyente, mi propósito no es tirarle barro desde un ventilador a Michael y sus seguidores. En primer lugar, Michael no fue el único responsable de su viaje hacia lo extraño: mucha culpa tienen los complejos, las presiones sociales y las enfermedades ideológicas del siglo XX occidental. Nosotros (tanto tú, lector / oyente, como yo) convertimos, de algún modo, al menor de los Jackson en un ser claroscuro y patético. Por último, el público de doble discurso (2), olvidadizo, convenido y mezquino, que ahora lamenta la pérdida de Michael tampoco es del todo responsable de su actuar. Los medios de comunicación, la falta de conciencia crítica y el arrastre de las masas, están casi obligando a esta gente a sufrir por alguien al que, hasta hace un tiempo atrás, rechazaban y vituperaban.
Michael, no sólo tú fuiste raro, también lo es tu público. Cosa rara, ¿no?
(1) Existe un detalle importante a rescatar. La muerte de Jackson, quien había procurado la satisfacción personal mediante el cambio del color de su piel, se ha dado cuando otra persona negra, Barack Obama, sin modificar sus rasgos originales, ha conseguido hace poco un logro mayúsculo: la presidencia de los EEUU. Coincidencia importante, pues señala, tal vez, que nuevos vientos recorren el mundo.
(2) Cuando refiero las palabras “público de doble discurso”, quizás se pueda pensar que tropiezo en el error de la generalización. Por ello, quiero aclarar que dicho término hace mención a determinado tipo de seguidor de Michael. Estos se encuentran en un universo conformado por las siguientes personas: los seguidores fieles de Michael, los que recién ahora lo traen a la memoria, y los que denominaré, con un poco de diplomacia, “cambiantes”. Estos últimos son los que, hasta hace no mucho, pedían un castigo para Michael por sus no probados delitos sexuales, pero que, en estos días, se acongojan por la muerte de dicho artista norteamericano. Estos son los seguidores que incluyo en la categoría de “público de doble discurso”.
Julio Meza Díaz
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